Hoy vamos a hablar de emociones. De todas las emociones. Normalmente tendemos a evitar las emociones y sentimientos negativos, para dar paso a otros positivos. Es cierto que si sonreimos es más probable que nos animemos más fácilmente y si vemos a alguien sonreir se nos contagiará su bienestar. En definitiva "forzar" las emociones positivas nos puede ayudar a sentirnos mejor. Sin embargo también nos puede salir el tiro por la culata y sentirnos peor cuando intentamos sacar todo lo bueno.
Las emociones básicas están presentes en todas las personas: tristeza, alegría, rabia, frustración, felicidad, incertidumbre, miedo, ilusión... Entonces, ¿por qué intentar evitar que salgan a la luz algunas de estas emociones? Es cierto que algunas emociones nos hacen sentir mal, pero no deja de ser verdad que todas las emociones tienen una función. Es decir, cuando una emoción negativa sale a la luz nos está indicando que algo no va bien y que, por lo tanto, debemos actuar. El problema reside en que a veces nos dejamos consumir por esas emociones, hasta que se convierten en emociones patológicas.
Por tanto, las emociones siguen algo así como una línea continua, donde en un extremo se encuentra la emoción negativa en la proporción adecuada (la que nos alerta de que algo no va bien) y en el otro extremo se encuentra la emoción en una mala proporción; la emoción tóxica. Es importante que sepamos mantener a raya las emociones negativas, pero sin evitarlas. Al fin y al cabo, en algún momento de nuestra vida esas emociones que no nos gustan van a aparecer, y es mejor estar preparada para gestionarla a evitarla y forzarnos a ser feliz.
No le tengamos tanto miedo a las emociones negativas, gracias a ellas podemos aprender 😀
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